De joven me sumaba a la querella de que San Valentín era un acto meramente comercial, un poco porque tenía pavor a recibir o no presentes de algún admirador... Pero allí me veías a medianoche haciendo tarjetas, cartas y regalitos para mis amigos o amores de adolescente. He aprendido a lo largo de mi vida que es más bonito lo hecho a mano, pues tiene corazón, y mientras pueda transmitirle eso a mis pequeñas, estamos bien. Hemos aprovechado un par de tardes para esta manualidad, mi hermana menor, que es una excelente tía, me ha ayudado a recolectar algunos rollitos de papel higiénico. Baje un molde de mariposas, conseguí un par de stickers, ojitos y mano a la obra Así terminaron nuestras maripositas, por la noche les pondré unos chocolates rellenos de mantequilla de maní para que los compañeritos de mis peques se lleven una grata sorpresa. Feliz San Valentín